Siempre que escuchamos o nos enteramos del deceso de alguien cercano o al menos próximo, no podemos dejar de ser tocados por la situación. Solemos hacer una serie de reflexiones que, como humanos nos hace pensar en la vida, en sus etapas y en lo efímero de lo que llamamos existencia.
Es aún mas impactante cuando la persona que muere es alguien joven (por muy ambiguo que pueda ser el término), no es que sea menos doloroso cuando se trata de alguien con una vida larga, pero cuando se trata de una persona joven, nos queda una sensación de algo inconcluso. Sentimos que nos queda a deber emociones, momentos y situaciones, y en general muchos éxitos venideros.
Cierto es que la edad es algo subjetivo, dependiendo de la intensidad de cada persona, es decir hay quienes en 60 años no hacen ni la mitad de lo que podría hacer alguien de 20 años, pero aún así no podemos evitar esa sensación antes mencionada. Que se intensifica aún mas cuando la persona lleva o atraviesa un proceso dificil como alguna enfermedad larga y dolorosa. Triste es pues, y nunca llega a ser del todo entendido y en estos casos nos queda celebrar la vida, los momentos buenos y los recuerdos agradables, ya que, las personas siempre permanecerán en nuestro corazón mientras nuestros pensamientos asi lo permitan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario